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Tecnofósiles: Plástico, Ropa y Ruinas como Testimonio de Nuestra Era

De acuerdo con los científicos Sarah Gabbott y Jan Zalasiewicz, dentro de millones de años, los rastros más evidentes de nuestra civilización no serán grandes estructuras, sino residuos de productos desechables: envases de comida rápida, fibras sintéticas de ropa, plásticos y los restos de ciudades en deterioro. Estos elementos, que hoy parecen insignificantes en nuestra vida cotidiana, podrían convertirse en la evidencia más perdurable de nuestra existencia en el planeta.

👉 Artículo en The Guardian ‘Technofossils’: how humanity’s eternal testament will be plastic bags, cheap clothes and chicken bones

¿Qué es un tecnofósil?

Un tecnofósil es un material creado por el ser humano que, debido a su composición y durabilidad, tiene el potencial de fosilizarse con el tiempo. A diferencia de los fósiles naturales, que son restos de organismos vivos conservados en rocas, los tecnofósiles reflejan el impacto de la actividad humana en la Tierra. Desde los plásticos hasta los metales refinados, estos objetos marcarán una nueva era geológica conocida como el Antropoceno.

Un legado imperecedero

El impacto de los residuos humanos es innegable y, según los expertos, estos son algunos de los principales tecnofósiles que quedarán como evidencia de nuestra civilización:

  • Plástico: Se producen aproximadamente 400 millones de toneladas de plástico al año, y solo el 9% se recicla. Su durabilidad asegura que se convierta en una señal estratigráfica inequívoca del Antropoceno. Se ha encontrado plástico en lo más profundo del océano y en las cimas de montañas, demostrando que su presencia es ubicua.
  • Latas de aluminio: Aunque los metales puros suelen reaccionar con su entorno, las latas dejarán impresiones minerales inconfundibles en las rocas del futuro. Se estima que una lata de aluminio puede tardar hasta 500 años en degradarse por completo. Muchas de ellas podrían convertirse en fósiles metálicos que reflejen los hábitos de consumo de nuestra era.
  • Huesos de pollo: Cada año se crían alrededor de 70.000 millones de pollos para el consumo humano. Su abundancia asegurará su huella en el registro fósil, y futuras generaciones podrán identificar el “pollo del Antropoceno” como una especie representativa de nuestra era. A diferencia de aves ancestrales, los huesos de estos pollos tienen una estructura distinta debido a la cría intensiva, lo que los hace una firma biológica de nuestra época.
  • Hormigón: Ciudades enteras podrán fosilizarse, como Nueva Orleans, que se hunde bajo el nivel del mar y está “madura para la fosilización”. Actualmente, se producen 4.100 millones de toneladas de cemento al año, convirtiéndolo en el material más utilizado por la humanidad. Con el tiempo, las ruinas de nuestras metrópolis podrían convertirse en formaciones geológicas artificiales.
  • Cicatrices subterráneas: Pozos petroleros, minas y pruebas nucleares han dejado marcas indelebles en la corteza terrestre. Se han perforado más de 50 millones de kilómetros de pozos para extracción de recursos, dejando túneles y cavidades que permanecerán en la geología del planeta.
  • Residuos químicos: Los “productos químicos para siempre” como el PTFE y dioxinas quedarán impregnados en los sedimentos, con un impacto duradero. Se han identificado cientos de sustancias químicas persistentes en suelos y ecosistemas, generando efectos desconocidos para futuras generaciones.
  • Ropa sintética: La moda rápida ha generado un volumen inmenso de residuos textiles. Se estima que cada año se producen 100.000 millones de prendas de ropa, muchas de ellas fabricadas con fibras sintéticas como el poliéster, que pueden tardar siglos en degradarse. Estas fibras se han detectado en océanos, suelos y cuerpos de agua, convirtiéndose en una marca inconfundible de nuestra era.

La tecnología y su legado en el registro fósil

Aunque vivimos en una era digital, lo irónico es que nuestros chips y discos duros no dejarán huella. El papel, en cambio, podría fosilizarse, y tal vez los dibujos infantiles sean los vestigios más emotivos de nuestra civilización. Mientras tanto, el cableado de cobre de nuestros dispositivos podría transformarse en minerales de vivos colores que decorarán el registro fósil.

Los chips de computadora, aunque numerosos, son diminutos, y el silicio es altamente reactivo con el oxígeno, por lo que es poco probable que sean significativos como futuros fósiles. Sin embargo, los paneles solares podrían alcanzar la inmortalidad gracias a su forma distintiva y al gran volumen que producen.

estudioia@estudioiambiental.com